lunes, 29 de agosto de 2011

20 años sin Unión Soviética

Hace apenas unos días se han cumplido 20 años del principio del fin (o uno de los principios, al menos) de la Unión Soviética. El 18 de agosto de 1991 un grupo de altos mandos militares y del KGB intentaron deponer al entonces presidente de la URSS, Mijail Gorbachov. El fracaso del golpe supuso la destrucción política del máximo dirigente soviético y el encumbramiento de Boris Yeltsin, que conseguiría poner fin a la Unión Soviética antes de que terminara el año.

¿Qué nos ha pasado?

Ha llovido mucho desde entonces y ahora podemos mirar el papel que tuvo la Unión Soviética y el hueco que ha dejado con perspectiva. Las consecuencias negativas para sus antiguos ciudadanos son numerosas pero me gustaría hablar de lo que perdimos el resto de los habitantes del planeta con su desaparición.

La URSS era un referente político imprescindible durante toda su existencia, tanto para sus defensores como para sus detractores. Su extinción supuso para los primeros una intensa sensación de horfandad y para los segundos un desmesurado sentimiento de invencibilidad.

Miles, incluso millones de comunistas de todo el mundo se replantearon cual era la alternativa al capitalismo a partir de ese momento. Partidos Comunistas de varios paises, entre ellos el italiano, el más poderoso de Europa occidental (que a punto estuvo de ganar las elecciones en 1948, victoria evitada por un fraude masivo orquestado por la CIA) decidieron renunciar a sus convicciones y optaron por "socialdemocratizarse", es decir, aceptar que la partida se había perdido y había que salvar los muebles que se pudiera. El espectro político se desplazó hacia la derecha de forma espectacular: los Partidos Comunistas pasaron a ser socialdemócratas y éstos social-liberales.

Las fuerzas conservadoras europeas vieron como la amenaza revolucionaria, adormecida durante 50 años gracias a la socialdemocracia, se había esfumado. El miedo a un Ejército Rojo avanzando por Europa ya no existía. Ya no tenía sentido suavizar los desmanes del capitalismo, al fin y al cabo ya no existía un modelo opuesto, alternativo. El neoliberalismo que había triunfado en EEUU y Reino Unido se extendió rápidamente por toda Europa. Partidos de derechas como la CDU alemana que habían sido los promotores del Estado del bienestar se pusieron rápidamente a trabajar por desmontarlo.

Por último, el mundo pasó de ser bipolar, con dos grandes superpotencias manteniendo un equilibrio más o menos precario, a ser unipolar: Estados Unidos, dueño y señor de toda la Tierra podía hacer y deshacer a su antojo en la esfera internacional. Así vivimos unos años 90 en los que el mayor imperio que ha visto el hombre invadió Haití, Somalia, bombardeó Yugoslavia, Irak, Sudán, etc. Nuevamente, no había nadie que pudiera poner coto a sus desmanes.

El presente es fruto del pasado

Sólo con la caída de la Unión Soviética se puede entender cómo una crisis mundial como la del 2008 (que aún está lejos de pasar) tuviera tan escasas consecuencias políticas, o para ser más exacto, como es posible que una crisis que pone en tela de juicio los desmanes del capitalismo financiero en lugar de generar una gran contestación al mismo sólo sirve para que más y más gente agache la cabeza sin rechistar.

Ahora que se acerca el 10º aniversario del 11S los medios nos intoxicarán con su versión de la historia: como cambió el mundo un barbudo llamado Osama Bin Laden. Sin embargo debemos preguntarnos, ¿que hubiera pasado si los atentados hubieran tenido lugar en un mundo en que la URSS siguiera existiendo?¿hubiera sido posible la invasión de Irak o de Afganistán?

No debemos idealizar a la Unión Soviética, al fin y al cabo su destrucción fue fruto de sus propios errores, pero sí admitir que el mundo cambió a peor aquel verano de 1991.

lunes, 15 de agosto de 2011

Peligro: sacerdotes sueltos por la calle

Aprovechando que Madrid está revolucionado por las denominadas "Jornadas Mundiales de la Juventud", en la que el Papa se reunirá con jóvenes de todo el mundo para celebrar no sé muy bien qué, quiero reflexionar sobre las relaciones de los miembros de la Iglesia con los más jóvenes de nuestra sociedad.

En España es muy difícil encontrar datos acerca de los abusos sexuales a menores por parte de curas y monjas católicos, pero si es paciente, google mediante, se encuentran cosas muy interesantes.

En 1994 Félix López Sánchez, catedrático de Psicología en la Universidad de Salamanca realizó un estudio acerca de los abusos sexuales en España y descubrió que el 4,17% de ellos los habían cometido sacerdotes o monjas católicos. A primera vista parecería un dato muy bajo. Estoy seguro que algún defensor de la Iglesia ya habrá pensado "vale, es un escándalo que haya casos, pero casi ninguno son por culpa nuestra". Ahora, si consultamos que porcentaje de la población adulta eran miembros en el mismo período descubrimos que.. ¡sólo eran el 0,297%!

Por tanto, si cruzamos estos datos vemos que la incidencia de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia es 14 veces superior que en la población general. No se los demás, pero si en una separación de caminos me dijeran que en el camino de la izquierda violaron a un niño y en el de la derecha a 14 yo no llevaría a mi hijo por éste último.

Estos días la Iglesia quiere que un millón de jóvenes venga a reunirse con sus miembros. Mi consejo: niños, quedaos en casa y cerrad las puertas de casa.

domingo, 14 de agosto de 2011

Soy un comunista, no tengo intenciones de abandonar la ciudad

Animado por mi mujer me dispongo por fin a tener mi propio blog. A la hora de empezarlo he estado dudando entre un millón de nombres y finalmente me he decidido por el actual aprovechando la cita del coronel general A.I. Rodimtsev, dos veces héroe de la Unión Soviética.

En el momento álgido de la batalla de Stalingrado, Rodimtsev fue enviado con la unidad que mandaba, la 13ª división de fusileros de la Guardia, a la ciudad a punto de ser tomada por los fascistas. El comandante de la ciudad le explicó lo deseperada de la situación y le instó a cruzar el Volga y a mantenerse en la ciudad a cualquier precio. La respuesta de Rodimtsev fue clara:

Soy un comunista, no tengo intenciones de abandonar la ciudad.

El y su unidad cumplieron la palabra dada, ese mismo día un tercio de la división había muerto pero había retomado una posición vital y la ciudad nunca cayó en manos del enemigo.

Creo que esta frase resume a la perfección lo que significa el compromiso de un revolucionario, de un comunista. Es un concepto casi perdido entre la izquierda española, más acostumbrada a una pose victimista que a una valiente y abnegada. Aunque la tradición de la misma es igual a la que expresó Rodimtsev en aquel otoño de 1942.

En este sentido intentaré plasmar en este blog mis pensamientos y reflexiones sobre la realidad así como intentaré recordar todos aquellos sucesos, muchas veces tergiversados interesadamente, en los que seres humanos arriesgaron todo, incluso sus vidas por un mundo mejor.